El Color PúrpuraMiss Celie's Blues
Con esta canción maravillosa, me despido de vosotros hasta el año próximo.
He querido visitaros a todos antes de las fiestas pero no me ha sido posible así que, después, con más calma, lo haré.
A los que me habéis visitado y comentado, a los que me enviáis correos, a todos, os pido disculpas por no dar ni una sola contestación, cosa que, como todo el mundo sabe, me encanta hacer.
Con el año nuevo también dedicaré un día a la semana al féisbuc, que me estoy quedando muy atrás.
Besitos de cereza a todos y para todos.
¡Hasta el año que viene!
Queralt.
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A mi forma de entender, el progreso, en sí mismo, es el TODO. Porque nada permanece. Porque todo está en continua evolución. El progreso, es y será siempre, el trampolín, la escalera o el peldaño, la ventana abierta, las letras que hemos leído, el viaje que hemos hecho, la conversación y la broma, el silencio, la reivindicación de nuestros derechos, la compasión, la libertad, el compromiso y la responsabilidad, la vacuna de la viruela, la leche y el café, poder gritar de felicidad, soñar con ilusión, dormir donde queramos, vivir sin miedos, poder comprar lo que necesitemos, ayudar, acompañar, escuchar, reír, defender aquello en lo que creemos, olvidar lo que nos hace daño si queremos y empujar el dolor a extramuros de nuestro corazón...
Progresar significa dejar cosas atrás. Porque todo lo material no nos cabe en la mochila. Porque no hay palacio que pueda contener semejante envergadura. Por eso, alguien en algún momento de la larga Historia de la Vida, nos hizo un gran regalo, nos ofrecieron un lugar donde darle cabida a tanto como íbamos a progresar. Ése sitio se llama cerebro. Y en él, sí cabe nuestro progreso.
No importa lo que hagas, puedes dejar atrás tu vieja silla, puedes olvidar los recios portones que retenían tu vida, puedes sentirte progre y reivindicativo, puedes gritar lo mucho que sientes la injusticia, puedes sentirte más demócrata que nadie... más tolerante que nadie... no importa lo que hagas... si no tienes claro que progresar, es avanzar desde uno mismo, no sirve de nada lo que digas y prediques.
Como la sutileza del cariño y de la ternura... como la delicada máscara del que está soñando... como la suave respiración de un recién nacido... como el planear de una pizca de dolor... como el sosiego del enamorado... como la finura de la bailarina emocionada... como la exquisitez humilde del sibarita... como el reposo de la recién parida... como la dulzura de las caricias de una abuela... como la mansedumbre del que tiene fe... como la apacible actitud del que espera y confía... como la docilidad de la flor cortada que nos ofrece su aroma... como la gracia natural de un amigo incondicional... como la sutileza de un eco imaginado... como la placidez del que se sabe preparado...
Según van pasando los días, me voy encendiendo... y ya estoy casi al rojo...
¡Hola!
Se llama Romy.
Y aquí, ya en la mar... 
En un entorno maravilloso...
"La nao del miedo" o sea, la nave que me hace entrar en pánico, es en realidad una lancha de seis metros bonita y espaciosa. Se llama "Kayota" porque era la única opción con la que toda la familia estábamos de acuerdo. Y viene de Kay, que así se llama mi perrita, a la que, a lo largo de los años le hemos puesto muchos sobrenombres: MariKay, Skays, MariPerra, Kayta... Kayota...
Aquí la tenéis, al fondo... ¿la véis? jejeje
Aquí, a punto de vomitar... ¡menuda cogió!
Mirando a su "papi" y esperando respuesta a la pregunta de: "¿Qué hago aquí?"
Aquí el Kayota, mientras lo limpiaban y protegian hasta octubre, que será cuando lo llevémos a la naútica, donde lo prepararán para invernar. Después, irá de vuelta a casa, a la cochera vieja que hay en el huerto.
He aquí mis buñuelos, los de un día cualquiera de los muchos que hemos ido al Puerto de Mazarrón a desayunar. Buenos, donde los haya.
Y hemos comido "paparajotes" (creo que ése es su nombre), hechos por una vecina murciana con las hojas de uno de nuestros limoneros.
A la gallinita con sus polluelos de "cuello pelao"...
Al gallito del corral...
Leer he leído poco, la verdad. Ni siquiera terminé el libro que llevaba empezado pero, he hecho dos chales, el primero lo tenéis en la foto y el segundo, muy blanquito él, no os lo puedo enseñar porque aún no le he puesto todos los flecos.
Aunque, si apartáis la mirada de los torraitos y de la cervecita fresca (os aseguro que estaba fresquita, que ya se encarga mi cuñado de que así sea), y os fijáis un poquito en el ángulo inferior derecho, veréis aparecer el chal blanco tímidamente, cuando lo estaba empezando...
No se ven bien pero mantengo en mi retina la belleza de unas flores de cactus que, por ser efímeras, aún son más extraordinarias. Preciosas. Flores en la noche perinera...
Y ya, para acabar, unas migas...
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