lunes, 16 de junio de 2014

La sensibilidad... ésa tonteria...


El peso me hunde, me ahoga, me desespera. El peso del dolor, de la crueldad, de la estupidez, del disparate.
No habrá esperanza para el mundo si el ser humano no empieza a promover la sensibilidad. No hay solución que no arranque de la bondad.
Muchos, a lo largo de los años, me han dicho que soy naïf. A modo de insulto, claro. Nunca me importó.
No soy de poner la otra mejilla, es cierto, pero creo que antes de llegar al bofetón, hay muchas maneras de relacionarse entre las personas. Se trata de fomentar el respeto, la empatía, la solidaridad. Hay que llegar al entendimiento, a la razón, a la sensatez. Porque no tenemos el monopolio de la verdad... y ahí lo aplico en primera persona pues, estas palabras, no son más que una reflexión que sale del compromiso con mi entorno.
Creo, firmemente, que la evolución del ser humano es la clave para avanzar en todos los sentidos. ¿De qué nos sirve la riqueza si no la distribuimos con justicia? ¿De qué sirve el descubrimiento de un medicamento si no se pone a disposición de la Humanidad? ¿Para qué se inventan las cosas, sean las que sean, si no es para hacer más amable la vida de la gente?
Estamos perdiendo el tiempo de nuestras vidas en cosas que ya nuestros antepasados, aprendieron que no merecen la pena.
¿No es más importante la felicidad de un niño, que toda la egolatría de los poderosos? ¿No es un grave error dejarse convencer de lo contrario? ¿No es responsabilidad nuestra, como individuos, saber qué es prioritario?
Estamos normalizando el horror del hambre, de las guerras, de la injusticia, como si fuera una factura que hemos de pagar para poder vivir en paz... ¿en paz? ¿Quién puede vivir en paz con el mundo que tenemos? ¿Alguien, de verdad, puede sentarse a disfrutar de un partido de fútbol por muy mundial que sea, sabiendo que justo al lado del famoso estadio, hay personas luchando por sobrevivir? ¿Cómo puede haber alguien que ignore Ucrania, Iraq, Afganistán, Siria, Grecia y las cientos de guerras que hay en el resto del mundo? ¿Cómo se puede desayunar tranquilamente, sabiendo que sólo el dolor y la miseria se ha globalizado?
Hasta hace poco, éramos muchos los que reivindicábamos de muchas maneras, el derecho a comer de los africanos, por poner un ejemplo, ¿y ahora? El hambre ha llegado a nuestras casas, a nuestras vidas. La injusticia social no es ya algo que pasa en otros países, lejanos y subdesarrollados. Está aquí, entre nosotros. Pero muchos miran para otro lado porque, mientras haya otros peor, ellos estarán a salvo. Sin embargo, no habrá nadie a salvo mientras nuestra sensibilidad no nos permita sentir el dolor ajeno y percibirlo como propio.
La vida, ésos días que se van sumando hasta conformar la historia personal de cada uno es, aunque no nos guste reconocerlo, algo efímero. Y sabemos que no nos llevaremos nada entre las manos cuando dejemos de respirar. Algo tan elemental debería hacernos reflexionar sobre nuestros actos, sobre nuestros sentimientos, proyectos y aspiraciones.
Hemos permitido, dejándonos convencer, que el valor del amor no sea el que mueva al mundo. Dejamos que nos engañen cuando se ríen de nosotros porque somos humanos, porque no queremos engañar a Hacienda, porque asumimos nuestros hechos y no mentimos. Nos quieren enviciados porque ellos son corruptos, para justificar la maldad, la avaricia, como si otro modo de vida no fuera posible.
Llega el verano, está a la vuelta de la esquina, y ya hay gente hablando de vacaciones. ¿Vacaciones de qué? ¿Del dolor, del hambre, de los suicidios, de los enfermos muertos por falta de asistencia médica? ¿Vacaciones de la vida, del mundo, de la tristeza, de la injusticia? ¿Vacaciones de nosotros mismos, que no podemos con ésta mierda que nos han montado? ¿Vacaciones de la Prima de Riesgo, que ya no sabemos ni por dónde anda? ¿Vacaciones de Bankia, que nos ofrece chorricientos millones para no sé cuántas cosas que podemos hacer, comprar o disfrutar? ¿Vacaciones de las concertinas, de los pinchos en los bancos para que pagues antes de sentarte? ¿Vacaciones de qué, de quién? ¿Vacaciones para los que no tienen trabajo, ni comida, ni ganas de vivir?
Voy a seguir emocionándome con un cuadro, con una flor, con unos ojos bonitos, con una palabra amable, con la solidaridad, con la justicia, con la bondad, con la esperanza. Seguiré soñando con un mundo mejor. No dejaré que me aparten de mi compromiso por conseguirlo, por poco que sea lo que pueda hacer. Aunque me llamen naïf o tonta del culo, que también los hay brutos... desgraciadamente.


Queralt Berga.

2 comentarios:

Joan Josep Tamburini dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Un abrazo: Joan Josep

Queralt. dijo...

Gracias, Joan Josep, ojalá cunda el sentimiento y seamos capaces de cambiar...

Sobre las autorías:

La mayoría de las fotos que ilustran este blog las he recogido en la red y son anónimas pero, si alguien se siente vulnerado en la autoría de alguna de ellas, no tiene más que decirlo y serán suprimidas o, se hará constar el nombre de su autor.

Mi Kay, mi perrita...

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